Joaquín de Finestrad era un fraile capuchino,
novogranadino,
enviado por el Rey a Nueva Granada en una
misión pastoral:
forma parte de una comitiva encabezada
por el Arzobispo local, para pacificar el
reino
luego de las revueltas de los comuneros
del año 1780 entero.
La revuelta de los comuneros fue un gran
levantamiento
especialmente en la zona de Socorro,
que llegó a poner sitio a la capital de Nueva
Granada
y solo pudo pararse con la mediación del
Arzobizpo local.
En las actas de Zipaquirá, consideradas por
muchos
como la primera constitución que se escribió
en América Latina,
se recogen todas las demandas de los comuneros
que abarcaban una diversidad de terrenos.
La mediación es un éxito.
Para muchos forman una verdadera acta
constitucional.
Finestrad no cree eso.
Luego de los acuerdos, los comuneros se desmovilizan satisfechos
y los acuerdos luego son desconocidos por el
virrey
y más luego comienza una dura represión
contra todos los comuneros.
El arzobispo y los otros visitadores
buscaron restaurar el sentido de obediencia en
la población.
Finestrad, como resultado, publica en 1789
“El vasallo instruído en el Estado del Nuevo Reino de Granada
y en sus respectivas obligaciones”.
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