Con sus plazas, simples
cuadrados asfaltados, abiertos
al aire que sube desde el mar,
sabiendo la necesidad más básica:
la representación arquitectónica de la libertad.
Con sus callejuelas vacías, constantemente
naciendo y muriendo en todas direcciones,
como el caprichoso pensamiento:
representación en la arquitectura del paseo de la reflexión.
Con el sol que quema la piedra, donde
incómodo me siento a escribir esto,
como convocado por la necesidad
de la coincidencia entre la geografía
y mi espíritu viajero:
representación en piedra y olor a caña
de mi sensación frente a una ciudad vacía en cualquier parte del mundo.
Donde entiendo todo lo que leo
y veo solo caras conocidas, pero
no conozco nada, nada se de como
se hace aquí nada
y estoy solo.
Madrid, representación en ciudad de mi alma viajera:
sola y extrañada.
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