Voy a invitarte a
comer
hoy.
No pude
confirmarlo aún,
pero lo hago.
Te hago la comida
hoy.
Espero que te
guste mucho
y si no,
no importa.
Porque aceptaste mi comida
y aunque
todavía no puedo
confirmarlo
tengo entendido
que hay una deuda
implícita
casi infinita
para quien acepta
nutrirse por mano
de otro.
Voy a invitarte a
comer
hoy.
No pude
confirmarlo y mis recuerdos
me engañan, pero
era algo como
“nunca comás del
otro lado,
o te será
imposible volver”
Si aceptás la
comida, debés,
y las fuerzas del
destino son perezosas
para las
explicaciones.
Voy a invitarte a
comer
hoy.
En el lado en el
que soy fuerte,
en mi casa,
pinchás la última
mitad de un sorrentino
y le hundís la
cara en el fango salsero
de bolognesa.
Todo el cosmos
tiembla con la sensación que retumba
cuando un cuerpo
celeste de magnitud
contrae
matrimonio con una órbita elíptica,
el temblor de alguien
que se obliga
a un gran deuda.
Hoy comiste en mi
casa
y ahora estoy seguro
aunque todavía no
puedo confirmarlo:
va a pasar un buen
tiempo
antes de que puedas irte de acá
No hay comentarios.:
Publicar un comentario