De esa extraña doctrina
que hace de tres uno y otorga
a un simple carpintero,
oscura profesión involucrada con la muerte,
el don de volver a la vida,
no rescato casi nada
salvo aquella punzante genealogía
repetida hasta el hartazgo en esa
guía telefónica para el alma:
dolor y placer son hermanos
hijos ambos de la caída,
entrada última y definitiva
en el mundo de la vida.
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