miércoles, julio 24, 2013

el poder formativo del alumbramiento



Me aburre poderosamente la revolución

me llama por eso la atención

que tantos la amen

y enloquezcan ante su nombre

y la usen en todas sus frases:

"la revolución del salame,

la revolución de la cuchara,

gracias a la revolución hoy veo mejor,

o revolucionarias partículas de limpieza

en cada lavado”



Solo para empezar a hablar

de porqué odio la revolución



La revolución se está haciendo siempre

aunque nada alrededor esté cambiando

es como estar interesado en una mujer

siempre te estás acercando

siempre estás midiendo las palabras

las suyas

y las tuyas

y los efectos de todas las acciones

estás evaluando



pero a su vez, te acompaña una fuerte creencia

en un tiempo futuro:

siempre te estás acercando

siempre estás midiendo

palabras y acciones

estás comparando con el tiempo futuro



¿y qué es ese futuro?

absolutamente nada

pero la nada atrae por oposición a toda forma de realidad,

succiona toda forma de energía

es horizonte de todos los caminos del ser,

porque cualquiera que conoce el futuro por primera vez,

incluso los niños mismos cuando lo asimilan,

vive el resto de su vida planeando

y ya no viviendo, que es como vive un perro,

viviendo nomás la vida.



Por eso a mi me aburre la revolución

como a los perros les aburrirá nuestra vida,

lo cual es en ellos una marca de esencia

y en mi, un problema de nacimiento.



¿y por qué digo que es un problema de nacimiento?





¿creen ustedes en el poder formativo del alumbramiento?

¿que seamos isomórficos con nuestra forma de nacer,

como símbolos de cómo fuimos paridos?



(lo que me daría mucho que hablar de tanta cesárea programada)



bueno, crean por un momento:



yo nací con una soga al cuello

con tres vueltas nací ahorcado

del cordón que me ataba a mi madre

nací entendiendo futuro, presente y pasado,

planeando desde el vientre desde temprano,

como diciendo desde su panza

que para el futuro

ya tenía todo pensado

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